Mi nombre es Cinthia Labaronne. Empecé a bailar a los cinco años. Tuve la suerte de encontrar a dos maestros maravillosos que me enseñaron disciplina, técnica y rigor pero sobre todo el amor incondicional por el Ballet y lo hermoso que es crecer siguiendo una pasión. Ser un buen maestro requiere un conocimiento irreprochable del Ballet, sus posiciones, sus diferentes escuelas, pero también requiere experiencia, tacto, paciencia y amor por los niños.

Durante mi carrera como bailarina profesional he descubierto la pasión por la enseñanza y la transmisión. He dado clases a muchos alumnos que hoy son bailarines profesionales con los que siempre habrá una relación privilegiada.

Lo que más me ha motivado en este proyecto es poder transmitir todo lo aprendido a lo largo de mi formación y mi carrera, tratando de inculcar el amor por la danza en los niños y ayudarlos a seguir sus sueños.